Microrelatos

Escalera al Cielo

Todo parecía marchar con normalidad pero en cuestión de segundos, las manecillas del reloj dejaron de guiar al día nublado. El edificio comenzó a desplomarse. Los vidrios se quebraban frente a mis ojos, el suelo temblaba bajo mis pies, y las paredes a mi alrededor colapsaban. Nadie era capaz de venir a mi rescate. El desespero se apoderó de mí en medio de la cruel escena mientras el agua comenzaba a irrumpir por las ventanas. Bajé rápidamente por las escaleras buscando la salida más cercana pero a un paso de llegar, el derrumbe bloqueó cualquier resto de esperanza en mi mirada. Los muros colapsaron y no pude seguir adelante. Cerré los ojos y cedí.

Hasta que una hermosa melodía comenzó a sonar. Conocía la música pero no entendía lo que ahora sucedía. El suelo se había detenido; las paredes seguían en pie. Levanté la mirada y entendí mientras tu mano tomaba la mía invitándome a bailar. Y bailamos para sanar el caos que me atormentaba. Para protegerme antes de que llegase alguien más. Y no llevabas camisa para que pudiese sentir tu abrazo como si fuese realidad. Para que entendiese que aun sigues allí, pues sabes perfectamente cuanto te necesito. Y detuviste mi tiempo en una canción, al menos hasta que debiste nuevamente soltar mi mano. Y yo debía, de alguna manera, aceptarlo.

Así que desperté tranquila cinco minutos antes de que sonara el despertador, con tu aroma sobre mi piel y mis penas en calma. Sabía que, tarde o temprano, todo estaría bien. Mientras tanto respirar era suficiente, para reflexionar sobre mi almohada. Ese asombroso instante que ahora parecía distante me demostró que existen dos tipos de sueños. Primero están esos que nos mantienen despiertos, sueños para los que trabajamos día tras día, metas que nos mantienen andando, ilusiones que nos mantienen con vida. Aunque a veces el camino es tan largo que la bruma nos detiene un segundo antes de rendirnos. Por suerte, también existe un segundo tipo de sueños. Esos que vienen a sanar nuestra realidad mientras dormimos. Mágicos sueños que nos sirven de escalera al cielo para estar con aquellos que amamos y extrañamos. Lamentablemente no todos los días somos tan afortunados de cumplir sueños; pero cuando tenemos la oportunidad de subir al cielo, las heridas sanan con un abrazo y las fuerzas se recuperan con un suspiro. Desde entonces cada noche me voy a dormir buscando el camino hacia esos escalones, para mantener vivo tu recuerdo dentro de mis sueños al menos hasta que volvamos a bailar como solíamos hacerlo en la vida real, papá.

© Mariana J. Pereira S.